Azafrán Carquejo era blanco en invierno, colorau en verano y frenteamplista en primavera. El otoño lo dejaba pa`descansar, porque según él decía, no se puede estar pensando todo el tiempo en lo mismo.
Hombre que se daba idea pa`todo, Azafrán, tenía un pañuelo pa`l cogote, que asigún lo plegara le quedaba del color del partido que quería, y si lo dejaba abierto, al blanco y al colorau se le agragaba un azul que daba gusto. "Yo, pa`mí - solía decir - de promesas tengo dos galpones llenos, y le digo más - solía decir - le digo que algunas ya estan pasadas de maduras, tirando a podridas, con el perdón de su cara y sin ánimo de molestar a naidesporque eso no esta en mí", solía decir. Más de una vez se lo vió recostado al mostrador del boliche El Resorte. Pedía un vinito, le pegaba el primer trago, armaba tabaco, prendía el fósforo contra la dureza del talón que le asomaba desnudo por la culata de la chancleta, se le quedaba mirando la llama casi hasta el final, prendía el cigarro, soplaba el fósforo ya con la llamita contra la uña, aspiraba una bocanada grandota de humo, lo soplaba finito, sacudía la cabeza así, y con una sonrisa comentaba:
-"Es que hay gente muy informal."
Una vuelta la Duvija, que estaba cerquita, lo escuchó y le preguntó:
-"¿Informal de qué, don?" Ahí el otro cambió el pie de apoyo, hizo girar el vaso contra el mostrador como si estuviera borrando algo, revisó la hojilla del cigarro y le pasó la lengua húmeda por el cierre, para después tirarse el sombrero sobre los ojos y contestar:
-Decía nomás, lo informal que es alguna gente, ¿no? Hay mucho veleta, digo, porque algunos quieren cambiar las cosas y resulta que las cosas los cambian a ellos, y al final las que mandan son las cosas, que uno nunca sabe bien que son las cosas.
Una noche, desde un rincón oscuro, la voz de un forastero pretendió ilustrar.
-Las circunstancias.
-Deben ser -comentó ligerito don Azafrán y se sacudió una ceniza del cigarro que le rodaba por el chaleco.
Dispués, entre el murmullo apagado del boliche, cada tanto se podía escuchar:
-Lo bravo es lo informal que es mucha gente, digo, y pa`pior las circustancias, como joden, ¿no?
Hombre que se daba idea pa`todo, Azafrán, tenía un pañuelo pa`l cogote, que asigún lo plegara le quedaba del color del partido que quería, y si lo dejaba abierto, al blanco y al colorau se le agragaba un azul que daba gusto. "Yo, pa`mí - solía decir - de promesas tengo dos galpones llenos, y le digo más - solía decir - le digo que algunas ya estan pasadas de maduras, tirando a podridas, con el perdón de su cara y sin ánimo de molestar a naidesporque eso no esta en mí", solía decir. Más de una vez se lo vió recostado al mostrador del boliche El Resorte. Pedía un vinito, le pegaba el primer trago, armaba tabaco, prendía el fósforo contra la dureza del talón que le asomaba desnudo por la culata de la chancleta, se le quedaba mirando la llama casi hasta el final, prendía el cigarro, soplaba el fósforo ya con la llamita contra la uña, aspiraba una bocanada grandota de humo, lo soplaba finito, sacudía la cabeza así, y con una sonrisa comentaba:
-"Es que hay gente muy informal."
Una vuelta la Duvija, que estaba cerquita, lo escuchó y le preguntó:
-"¿Informal de qué, don?" Ahí el otro cambió el pie de apoyo, hizo girar el vaso contra el mostrador como si estuviera borrando algo, revisó la hojilla del cigarro y le pasó la lengua húmeda por el cierre, para después tirarse el sombrero sobre los ojos y contestar:
-Decía nomás, lo informal que es alguna gente, ¿no? Hay mucho veleta, digo, porque algunos quieren cambiar las cosas y resulta que las cosas los cambian a ellos, y al final las que mandan son las cosas, que uno nunca sabe bien que son las cosas.
Una noche, desde un rincón oscuro, la voz de un forastero pretendió ilustrar.
-Las circunstancias.
-Deben ser -comentó ligerito don Azafrán y se sacudió una ceniza del cigarro que le rodaba por el chaleco.
Dispués, entre el murmullo apagado del boliche, cada tanto se podía escuchar:
-Lo bravo es lo informal que es mucha gente, digo, y pa`pior las circustancias, como joden, ¿no?
¡Buenísimo Juceca también!
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